Evaluación del estado de hidratación

Dra. Susan Shirreffs, Glaxo Smith Kline (RU).

hydration-status

Debido a los posibles problemas que pueden surgir como consecuencia de las anomalías en el balance hídrico, muchas veces se evalúa el estado de hidratación en el ámbito de la fisiología, la nutrición y la medicina clínica. Existen numerosos y distintos motivos para evaluar el estado de hidratación y el método a elegir dependerá de la población de interés, del grado de precisión necesario, de las instalaciones y de la pericia y de los aspectos presupuestarios.

Es importante admitir que gran parte de los datos publicados se basan en la evaluación de las variaciones del estado de hidratación respecto a una situación basal que puede ser, o no, de normohidratación (Maughan y cols., 2007). Pese a que en muchas situaciones lo que interesa es observar una variación en el estado de hidratación, en otros contextos puede ser más importante conocer el estado de hidratación absoluta cuando es preciso clasificar el estado de un individuo como normohidratado, hipohidratado o hiperhidratado. Las dificultades que existen para llevar a cabo este tipo de evaluación quedan reflejadas en el gran número de artículos de revisión publicados sobre este tema. Armstrong (2007) hablaba de un «estándar de referencia impreciso». Estas dificultades ponen de manifiesto, en parte, la existencia de una amplia variabilidad de valores de referencia para los parámetros de interés.

Por lo tanto, es importante tener en cuenta el grado de precisión a la hora de medir las desviaciones del contenido corporal de agua dentro del intervalo de valores que corresponden al estado de normohidratación. Al no disponer de un metanálisis sistemático, resulta difícil definir el grado de hidratación que tendrá importancia clínica, pero parece acertado asumir que este valor puede estar comprendido en un intervalo aproximado del 2 % al 5 %. Las personas que presentan una afectación funcional, como los enfermos y los ancianos, y las expuestas a estímulos ambientales estresantes, como el calor y la altitud, pueden verse afectadas por grados más bajos de hipohidratación y es posible que en algunas situaciones sea más tolerable un déficit hídrico mayor. Este hecho indica que cualquier método destinado a la evaluación del estado de hidratación debe poder detectar una variación del contenido corporal de agua que equivalga aproximadamente a menos del 2 % de la masa corporal.

Bibliografía:

Armstrong LE (2007) Assessing hydration status: the elusive gold standard. J Am Coll Nutr 26, 575S-584S.Maughan RJ, SM Shirreffs, JB Leiper (2007) Errors in the estimation of sweat loss and changes in hydration status from changes in body mass during exercise. J Sports Sci 25, 797-804.